Antes de que la Iglesia católica reivindicara las fechas del 1 y 2 de noviembre y añadiera un día al calendario, era bien sabido que la escasa ocurrencia durante el año de la débil luz del sol y la fase menos luminosa de la luna ejercía y sigue ejerciendo un movimiento energético hacia nuestro interior sobre nosotros, que también somos luz.
Rituales para el Día de todos los Santos y Muertos
En comparación con el resto del año, esta condición nos facilitaría, y aún lo hace, la comunicación con las personas del otro lado.
Podemos explicar este perjudicial olvido en nuestra cultura industrial, observando que tanto las celebraciones solares como las lunares del año estaban ligadas al trabajo del campo y del ganado: las solares a la agricultura y las lunares a la ganadería.
Primer ritual Día de todos los Santos y Muertos
El 1 de noviembre puedes plantar un tubérculo o un bulbo, como un tulipán, un jacinto, unos lirios o incluso un arbolito, como muestra de gratitud a la Madre Tierra por todo lo que nos proporciona durante la época de la cosecha y por todo lo que recibimos de ella, como protección y refugio.
Con unas breves palabras o una oración, mientras esparces tu ofrenda, expresa tu gratitud y tu silencio agradecido. Deja que tu corazón y tu creatividad se comuniquen.
Segundo ritual Día de todos los Santos y Muertos
Puedes encender una vela en una zona tranquila y silenciosa de la casa del color que sientas y prefieras. Los colores verde, marrón, claro, blanco o rosa son opciones aceptables, pero también puedes confiar en tus instintos y gustos personales.
Como muestra de agradecimiento por todo lo que el planeta nos da y lo que a veces nos quita, ofrece simultáneamente una fruta de temporada, unos frutos secos o unos dulces modernos, buñuelos, huesos de santo o cualquier otro postre tradicional de tu ciudad.
Puedes saborear tu ofrenda en el Día de Todos los Santos o de los Difuntos con sincera gratitud y respeto.
Tercer ritual Día de todos los Santos y Muertos
A ser posible, el tercer ritual debe realizarse antes del 1 de noviembre. Enciende una vela y toma una foto de un ser querido que ya no esté con nosotros en este mundo.
A continuación, puedes rezar una breve oración en agradecimiento por todo lo que han hecho por nosotros, sabiendo que todo lo que han hecho, lo hicieron lo mejor que pudieron.
Otra opción es guardar silencio y dejar que tus sentimientos fluyan libremente mientras miras con ternura la imagen de tu ser querido. No hay nada que forzar, y todo está bien.
Por último, la tercera opción es meditar respirando lenta y profundamente y observando la energía. Utiliza la nariz para tomar aire y la boca para exhalarlo. Este procedimiento puede durar de cinco a quince minutos, o el tiempo que creas conveniente. Luego, expresa una gratitud sincera.
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Con información de reikiarjun