Las recientes declaraciones bélicas de Mahmud Ahmadineyad y sus acciones, como el disparo de misiles de largo alcance con posibles cabezas nucleares, son una fuerte señal para el resto del mundo de que es inminente una de las extinciones más catastróficas de la especie humana.
Repercusiones mundiales de la repentina salida de Israel
El mundo está hoy más en peligro que nunca, dependiendo de las decisiones y la voluntad de las potencias nucleares, que desde la horrible devastación de Hiroshima y Nagasaki.
Las naciones ajenas a la civilización occidental están alejadas, son malvadas y se encuentran todavía en una etapa histórica inferior al fanatismo y la barbarie. También están desconectadas del mundo real y de la era moderna.
En el juego de la vida y la muerte, de la paz a la guerra y la destrucción, naciones tan oscuras y herméticas como Irán y sus aliados, Corea del Norte y Rusia… deberán cumplir algún día todos sus deseos y voluntades, anhelos y caprichos, a la espera de vendettas y represalias, caprichos y destinos.
Irán presume tener un poder inigualable
Nunca antes realizado en épocas anteriores, capaz de poner en peligro a Occidente y erradicar a sus fervientes adversarios.
Ahora es el turno de los países atrasados y oscuros de llevar a cabo con más vigor, lo que antes solo estaba permitido para los que tenían acceso exclusivo a la fusión atómica y a la tecnología destructiva.
Sin embargo, golpeando con más ferocidad y vigor desde varias perspectivas ecuatoriales y uniendo fuerzas como cómplices desprevenidos en la aniquilación de la humanidad.
Es posible que Corea del Norte destruya Corea del Sur, que Estados Unidos destruya Cuba, que Rusia destruya Chechenia y Georgia o que Irán cumpla su compromiso incumplido con Israel.
Para entrar en la batalla final, basta con que uno de estos detonantes se active para que se desencadenen otros ataques simultáneos y esporádicos, aberrantes y nómadas, que se produzcan en diversos lugares del planeta. Todas las partes implicadas solo tienen que tener un enemigo jurado o una cuenta pendiente.
La repentina desaparición de Israel
Qué repercusiones tendría en el mundo la abrupta pérdida de Israel, pero de todas estas catástrofes que se avecinan, la que tiene raíces o causas religiosas será la más atroz.
Más que por razones de tierra, raza o fuerza, «la eliminación de Israel es necesaria», y también se ha afirmado lo contrario, es decir, que hay que frenar el fervor irracional de Irán para proteger la seguridad del mundo y de Oriente Medio.
¿Qué le ocurriría al resto del mundo si Israel desapareciera repentinamente del mapa junto con todo su gobierno, su población y su territorio?
Tras el Holocausto
Solo los sefardíes o los judíos que vivían en el extranjero habrían sobrevivido a la diáspora, y al reducir su población a unas pocas decenas, sería más sencillo perseguirlos y exterminarlos.
Los palestinos recibirían su tierra a cambio, pero no recibirían Jerusalén. En cambio, tendrían que empezar de nuevo desde cero, volviendo a la época en que se formó el sistema de dunas del desierto.
Conflicto histórico entre dos países cercanos
Entonces se habrá puesto fin a un antiguo conflicto entre dos vecinos que solo podía resolverse erradicando una de las dos razas incompatibles en un combate a muerte entre sus respectivos señores, Yahvé y Alá.
Para que el vencedor imponga sus dogmas e ideologías, ofenda a sus hombres y mujeres, borre su linaje y ocupe sus tierras y propiedades.
La eliminación de Israel destrozaría los cimientos básicos de la religión monoteísta dominante en el mundo, de la que surgieron otras dos aún más significativas, el Islam y el cristianismo.
La idea de que la desaparición de Israel, una nación completa que dio origen a los profetas Alá y el Mesías, sería el fin del judaísmo y tendría un efecto fatal sobre todas las religiones occidentales, que, desprovistas de su único dios Yahvé, sufrirían irremediablemente hasta su extinción en un radio completo y global, en un período de al menos dos generaciones, no parece tan absurda para Irán.
El fundamentalismo en el Islam
Para que el Lejano Oriente no dañe su budismo, confucianismo o brahmanismo benigno -para lo cual también habrá una salida adecuada- el fundamentalismo islámico debe prevalecer finalmente y establecerse como la única religión real del mundo.
Con los principios y las sencillas interpretaciones exegéticas de la Cábala hebrea como punto de partida, es difícil creer o afirmar la erradicación gradual de todos los credos del mundo en el presente.
Pero dado que las generaciones futuras no estarán sometidas a conceptos y normas éticas seculares, no quedaría más remedio que poner en duda la indestructibilidad de las fes del mundo y de los dioses para pensar realmente en la extinción sistemática y progresiva de las religiones y de los conflictos que provocan.
Para que en tres generaciones nos liberemos de toda persecución y engaño religioso, sufrimiento y sacrificio.
La desaparición del dios único de los hebreos
Aunque el Corán también fue escrito por la humanidad, bajo el mito de los profetas, es una fantasía patética por parte de los árabes musulmanes pensar que eliminando la deidad singular de los hebreos y, a su vez, el mesías de los cristianos, vivirían por la gracia de Alá.
De la misma manera que la locura de Mahoma de ser un niño abandonado y errante incluía el sacrificio y la muerte como actos de consagración, castigo o salvación del alma, la Torá y el Pentateuco, los evangelios y las epístolas, y las revelaciones de la isla de Patmos predicen irónicamente el fin de todas las religiones y doctrinas…
La licencia para matar, que se convirtió en el conocido terrorismo moderno y contemporáneo, tiene precisamente estas creencias en el cielo o el paraíso, un señor o creador, el más allá y la eternidad del alma, el salvador o la parusía, etc. como raíz de todos los males.
El mundo está en vilo por la locura cuántica que puede sublimarse en cualquier credo.
¿!Delenda Est Hebrón!?
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Con información de El Nuevo Diario