“Ama a quien te mire como si quizás fueras magia” nos decía Frida Khalo. ¡Y cuánta razón tenía!. Qué bonito (y necesario) encontrar a alguien capaz de apreciar el diamante en bruto que albergas en tu interior…
Este Pésaj el Ángel de la Muerte visitó a nuestra comunidad y en especial a nuestra familia, no sólo en Jad Gadiá al final del Séder, sino de forma real. Mi suegro fue una de las decenas de personas que fallecieron de la comunidad judía de Gran Bretaña por esta plaga contemporánea de coronavirus.
Entramos a una nueva etapa, la de consolidar ese impulso inicial, de fortalecer nuestros propósitos y enfocar toda nuestra voluntad en un objetivo, sin desmayar hasta que el mismo sea alcanzado, y esa cualidad la propicia Tauro, signo en el que el Sol entra el domingo 19 de abril.
Es evidente que en medio de la cuarentena que estamos viviendo en el mundo entero, la misión o aprendizaje que nos marca el Nodo Norte en Cáncer, se está dando, así sea de manera forzosa, hasta que culmine el peligro de la pandemia.
Es una de las historias más dramáticas de toda la Torá. Es la conclusión de la historia del Éxodo y la razón por la cual se celebra Pésaj no solo en el día en que nuestros antepasados salieron de Egipto, el 15 de nisán, sino también una semana después, coincidiendo con el evento milagroso de la partición del Mar Rojo.
Estamos viviendo la incertidumbre más grande de nuestras vidas. No sabemos cuántos se infectarán, cuántos morirán y qué sucederá en los meses venideros. Muchos están angustiados y piensan: ¿perderé mi empleo? ¿se irá a pique mi negocio? ¿me reposeerán la casa?
Discípulo: — Maestro, me cuesta tanto comprender que el Padre nos haya mandado un virus tan agresivo. ¿Cuál es el propósito? Maestro: El Padre no lo manda. Lo permite, que es diferente. La pandemia la generó el hombre a través de la violación constante de las leyes universales.
