Mantener y conservar la hostilidad
Los psicólogos señalan que, lejos de la paz y la tranquilidad, las personas que tienen una actitud pasiva por miedo al conflicto y no muestran agresividad sufrirán y albergarán hostilidad, lo que influirá en su cordura y, a menudo, en su salud y bienestar físico.
“El estrés mal contenido acaba produciendo enfermedades: si una persona no verbaliza sus emociones el cuerpo las verbaliza por ella en forma de manchas en la piel, caída del pelo o herpes labiales, pues la piel es la primera barrera defensiva contra el exterior..
También se producen gastritis y úlceras de estómago, porque si estás en tensión no llega la sangre a las paredes del estómago y hay una acción corrosiva de los ácidos; y la respuesta defensiva continua que provoca el estrés también se traduce en problemas musculares en la nuca, las lumbares…”, comenta Robles.
Los problemas de ansiedad
Martínez señala que eludir los conflictos y las concesiones del sistema no solo bajan la autoestima o generan problemas de ansiedad, sino que también repercuten en las relaciones sociales, pues siempre hay individuos, en el ámbito profesional o doméstico, aprovechándose de ellas, porque saben que no se enfrentan y no se dicen no a casi nada.
“Son personas faltas de habilidad social o de inteligencia emocional que, al no saber expresar de forma adecuada su malestar o la injusticia que ven, prefieren retirarse”, dice el psicólogo del Isep. Por supuesto, la evitación es como cualquier otra forma de lidiar con el conflicto.
Tampoco tiene que lidiar con todos los problemas que surgen a diario, puede elegir una retirada estratégica e ignorar una situación desagradable porque no cree que sea el momento de lidiar con ella.
El problema es que esta omisión se repite y afecta a la persona, haciéndola sentir mal por no poder defender sus intereses y opinión.
¿Por qué no lo hacen?
A veces es por miedo a perder el amor y el cariño de los que le rodean, cambiar la relación con sus seres queridos, ser tratado por los demás con violencia y abuso, o simplemente porque no se siente capaz de salir airoso del conflicto.
Los psicólogos dicen que muchas de estas actitudes se forjan a temprana edad, si no lo superan, crece un miedo en los niños de que la ira de un padre o un maestro haga que dejen de quererlos o ser tomados en cuenta. La realidad es que mucha gente ve el conflicto como algo muy negativo.
“Hay personas que no se atreven a hacer algo porque creen que su fracaso sería trágico, cuando en realidad el fracaso sería un problema pero no una tragedia.. Hay que saber distinguir entre problema y tragedia, y el conflicto hay que verlo como un problema con solución, del que puede que salgas perjudicado, pero no será trágico”, explica Martorell.
Ver el conflicto como algo positivo
Los expertos coinciden en que es importante ver el conflicto de manera positiva como una oportunidad para enfrentar una situación que no puede continuar y, de resolverse, nos hará mejores y nos permitirá avanzar para ser más fuertes.
Para ello, es importante no ver el conflicto como una lucha en la que uno gana y el otro pierde, sino como una oportunidad para negociar o ponerse de acuerdo sobre cómo resolver un problema que ambas partes pueden perder algo o, por qué no, ambas partes salgan ganando.
De hecho, hay quienes ven en el conflicto como un medio para transformar las relaciones humanas, oportunidad para aprender, construir otro tipo de relaciones y para satisfacer sus necesidades.
“El conflicto es positivo porque te ayuda en la interacción diaria; si todos fuéramos asertivos o evitativos el mundo no avanzaría; avanzas en la medida en que se contraponen puntos de vista y se consensúan salidas en las que tú ganas y yo gano o perdemos un poco los dos pero continuamos avanzando..
Ese es el día a día en todos los ámbitos de la vida: lo que nos hace ser mayores es irnos independizando de los padres, y eso se logra en una lucha con ellos; también se lucha en la escuela por mejorar, en la sociedad por con seguir un puesto de trabajo…”, reflexiona Robles.
En cambio, el miedo a generar conflicto paraliza la toma de decisiones y la capacidad de actuar, y es muy negativo en ámbitos como el empresarial.
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Con información de La Vanguardia