Lecciones de Vida en los Jardines del Alma

Lecciones de Vida en los Jardines del Alma, InfoMistico.com

En un pequeño pueblo a la orilla de un río tranquilo, tres hombres dedicaban su tiempo a cultivar jardines. Aunque todos tres tenían jardines externos, también tenían jardines internos, que cuidaban con igual o mayor esmero.

Los Jardines del Alma: Cómo Tres Hombres Cuidan de su Bienestar Emocional y Espiritual

El primer hombre, Tomás, era un personaje sombrío. En su jardín interno, sembraba cada una de las críticas y ofensas que había recibido o imaginado. Cada palabra negativa era una semilla que se convertía en una planta espinosa. Con el tiempo, su jardín se llenó de zarzas y cardos que le oprimían el espíritu.

“Estas espinas me protegen”, decía, mientras caminaba con dificultad por los senderos tortuosos de su jardín interior.

Joaquín, el segundo hombre, en su jardín interno cultivaba únicamente rosas. A cada buen acto o logro, le asignaba una rosa. Su jardín estaba lleno de ellas, de diferentes colores y formas. Pero las rosas necesitan mucho cuidado y Joaquín pasaba el día podándolas, regándolas y protegiéndolas de las inclemencias. A pesar de la belleza que le rodeaba, apenas tenía tiempo para sentarse y disfrutarlo.

“Si descuido mis rosas, perderé todo lo que he logrado”, susurraba.

Finalmente, estaba Gabriel, un hombre de mirada serena y gesto amable. En su jardín interno, había una variedad impresionante de flores, arbustos, árboles y incluso pequeños estanques. Tenía rosas como Joaquín, pero también lirios, margaritas, orquídeas y jazmines. Había frutales que le daban alimento y sauces que le ofrecían sombra. No todo en su jardín era perfecto; algunas áreas estaban en rehabilitación y aquí y allá se veían indicios de lucha contra plagas o enfermedades. Sin embargo, cada vez que sacaba una mala hierba, plantaba algo hermoso en su lugar.

“Mi jardín representa mi vida, con su mezcla de alegrías, penas, logros y fracasos”, explicaba. “Si arranco una mala hierba, planto una flor. Si recojo una fruta, planto otra semilla. Acepto lo bueno y lo malo, porque ambos me hacen crecer”.

Los vecinos del pueblo, al ver los tres jardines y los tres jardineros, comprendieron las diversas formas en las que los seres humanos cuidan de su bienestar emocional y espiritual.

De Tomás aprendieron el peligro de quedarse atrapado en las espinas del pasado. De Joaquín, la lección era clara: el éxito y los logros son importantes, pero no son todo en la vida. Y de Gabriel, aprendieron la sabiduría de equilibrar todas las facetas de la existencia humana, cuidando de su jardín interno con amor, aceptación y una visión de crecimiento constante.

En los jardines del alma, cada uno siembra lo que desea cosechar. Y en esa simple pero profunda verdad, reside la clave para una vida plena y enriquecedora.

Mike Rivero

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