Enseñar a los niños a ser sinceros

Enseñar a los niños a ser sinceros, InfoMistico.com

Las virtudes no se consiguen de un día para otro y trabajarlas desde niños y con los niños es la mejor manera de consolidarlas y vivirlas en el futuro.

Enseña a tus niños a ser sinceros

Ediciones Palabra ha reeditado uno de sus títulos más conocidos de la colección Hacer Familia: Virtudes humanas, de Fernando Corominas. Entre todas las virtudes que trata el libro, la sinceridad nos parece una de las más importantes para conseguir muchas de las demás.

Los niños viven la sinceridad de forma especialmente intensa entre los 3 y los 10 años y al principio, se sienten inclinados naturalmente a ella. Así, el ejemplo de los padres juega un papel fundamental y les ayudará a decidir si desean amar la verdad o ser mentirosos.

Durante la etapa infantil

El motivo fundamental por el que los niños son sinceros es que, diciendo la vedad, reciben el amor y la ayuda de sus padres y, además, éstos no les juzgan en ningún momento.

Más adelante, al tener uso de razón, comienzan a entender la importancia de la sinceridad y su valor moral: decir la verdad es bueno. Desde ese momento, los niños se esforzarán por vivir la sinceridad y los padres deberán enseñarles cómo hacerlo. Este libro nos muestra y explica algunas pautas para educar en esta virtud:

Evita llamarle mentiroso

No debes tratar a tu hijo como mentiroso sino como una persona digna de confianza, aunque sepas  que miente. En el momento de la corrección evita usar el término mentiroso, en realidad los niños no desean la mentira ni son mentirosos.

Busca el por qué

Ante un problema, lo más importante es la persona que lo sufre, y en el caso de la mentira tienes que reflexionar sobre la persona que lo ha hecho y los motivos que lo han llevado a hacerlo.

Fomenta el hábito de la sinceridad

Es importante que estimules a tu hijo para que cuente cosas de su día a día, por ejemplo, en un momento de tertulia familiar que compartáis todos. Si no fomentas la comunicación como un hábito más, será más difícil orientarle.

Además, esa escucha debe demostrar interés y en ningún momento debe convertirse en un momento para juzgar lo que te cuenta, eso podría hacer que la comunicación se rompiese.

Elige el momento adecuado para reprenderle

En algunas ocasiones será necesario reprender a tu hijo, en ese caso, es importante que escojas un momento adecuado, estando a solas y procurando siempre no humillarle, dejándole una salida y demostrándole que tienes confianza y seguridad en que va a mejorar. Eso le ayudará a superarse.

Enséñale otra opción a la mentira

Algunos niños y niñas no saben defenderse de las agresiones sin entrar en el juego de las mentiras, de modo que se acostumbre a hablar bien de los demás y no burlarse.

Confía en él

Tu confianza en él provoca que le duela interiormente el hecho de haberte defraudado cuando no ha sido sincero. Por el contrario, si muestras desconfianza, a él le será más fácil mentir porque sabe que esperabas que te mintiese, por eso, de actuar así, no te defraudaría.

Edúcale en positivo

La educación en la sinceridad ha de tener un enfoque positivo. No estés pendiente de descubrir y castigar las posibles mentiras (actitud de desconfianza), en cambio, alaba los actos de sinceridad e insiste en el valor de la sinceridad como algo propio de los niños. Actuando así educas en positivo.

También nos expone los motivos por los que un niño miente. Conocer el motivo de la mentira ayuda a los padres a conseguir la corrección:

  1. Para quedar bien. En ocasiones, los niños sienten el deseo de quedar por encima de sus compañeros o evitar quedar mal ocultando algún hecho.
  2. Para defenderse. Muchas veces el niño utiliza la mentira como defensa, para evitar un castigo por ejemplo.
  3. Por orgullo. Mentir por orgullo se traduce en mentir para ocultar una limitación o un fracaso. Este tipo de mentira pone de relieve la importancia de otros valores como la sencillez y la humildad en los que será vital educar al niño.

Como vemos a partir de la sinceridad podremos crecer en otras virtudes. Acercar a los más pequeños a estas y formar personas capaces de enfrentarse a la vida con un proyecto personal, con madurez, con ideales, nos hará también mejores a los mayores.

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