Un minero cristiano tenía su hora más especial en el trabajo, era la hora del almuerzo, pues a esa hora él disfrutaba de la comida que con esmero le preparaba su amada y consentida esposa.
Todo lo que pasa en tu vida, es para bien…
Un día llego a su hora especial y al destapar su almuerzo encontró una comida exquisita y diferente pues hasta al momento nunca había llevado una así.
Muy agradecido cerró sus ojos y oro mucho más que de costumbre en agradecimiento al SEÑOR por el alimento suministrado y por la preciosa esposa dada.
Cuando terminó la oración y abrió sus ojos para consumir su almuerzo, ¡OH sorpresa!, el almuerzo había sido robado, en ese instante se lleno de coraje, levantó sus ojos al cielo y dijo:
— ¿Cómo SEÑOR permites que mientras yo estoy orando el diablo robe, pues acaso no te estaba agradeciendo…?
No entendía como había podido pasar esto, miro su bolsillo y sólo tenía lo del pasaje para regresar a su casa que estaba a 2 Km. y el restaurante más cercano estaba a 1.5 Km. y sentía hambre, ante lo cual decidió ir a comprar el almuerzo al restaurante pues no podía seguir trabajando así.
Llego al lugar y pidió el mejor almuerzo, y con una mano sobre el sólo dijo: — Señor bendícelo…
Al empezar a comer escucha una gran explosión proveniente de la mina en la que trabajaba.
Solo pudo exclamar gracias SEÑOR y de rodillas pedir perdón por no haber entendido en su momento por qué habían sucedido las cosas así.
Nada, en la vida del cristiano, es como se ve y se piensa. Cada suceso en nuestra vida tiene un propósito de DIOS y aunque en el instante no lo veamos, EL después nos lo enseñará.
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