Agua y Futuro: La Crítica Realidad del 2070

Agua y Futuro: La Crítica Realidad del 2070, InfoMistico.com

Ayer, al levantarme, me topé con un sobre inusual bajo mi puerta. Era de un material peculiar, una mezcla entre papel y metal, flexible pero no rígido, sin estampilla, aunque mi nombre y dirección estaban claramente escritos.

¿Cómo se agotó el agua? Perspectivas desde un futuro distópico en el 2070

Al abrirlo con curiosidad, me sorprendió reconocer la letra manuscrita. Lo más impactante, sin embargo, era la fecha y el contenido, que ahora les comparto.

Asunto: Carta escrita en el año 2070

En el año 2070, acabo de cumplir 50 años, pero parezco de 85. Sufro de problemas renales debido a la escasez de agua y creo que me queda poco tiempo. En esta sociedad, soy de los más ancianos. Recuerdo cuando tenía 5 años, todo era distinto: parques arbolados, jardines en las casas y largas duchas. Ahora, nos limpiamos con toallas empapadas en aceite mineral.

Las mujeres solían lucir hermosas cabelleras; hoy debemos raparnos para mantener la higiene sin agua. Antes, lavar el auto con manguera era común; ahora, eso parece inverosímil para los niños.

Los anuncios instaban a cuidar el agua, pero nadie los tomaba en serio. Nunca imaginamos que se agotaría. Actualmente, ríos, presas, lagunas y acuíferos están agotados o contaminados.

Antes se recomendaba beber ocho vasos de agua al día; hoy me limito a medio vaso. La ropa es desechable, aumentando la basura. Volvimos a los pozos sépticos por la falta de agua en las redes de desagüe.

La gente luce demacrada y arrugada por la deshidratación, con llagas por la falta de la capa de ozono. Desiertos extensos son el paisaje común.

Las enfermedades gastrointestinales, de la piel y urinarias son las principales causas de muerte. La industria se ha paralizado, el desempleo es alto. Las plantas desalinizadoras son la principal fuente de empleo, pagando con agua en lugar de dinero.

Los robos por agua son habituales. La comida es mayoritariamente sintética. A los 20 años, la piel reseca hace parecer a las personas de 40.

Los científicos buscan soluciones, pero parece imposible. Sin agua, el oxígeno también se ha degradado, afectando la inteligencia de las nuevas generaciones.

La morfología del espermatozoide se ha alterado en muchos hombres, provocando un incremento en niños con diversas insuficiencias, mutaciones y deformaciones.

Actualmente, el gobierno cobra por el aire que respiramos: 137 m3 diarios por adulto. Quienes no pueden pagar son expulsados de las «zonas ventiladas», equipadas con enormes pulmones mecánicos que funcionan con energía solar. Aunque el aire no es de la mejor calidad, es respirable. La expectativa de vida promedio ha descendido a 35 años.

En algunos países aún existen áreas verdes con ríos, fuertemente protegidos por el ejército. El agua se ha convertido en un recurso más valioso que el oro o los diamantes.

Aquí, los árboles son escasos debido a la ausencia de lluvias. Cuando llueve, es lluvia ácida. Las estaciones del año han cambiado drásticamente a causa de las pruebas atómicas y la contaminación industrial del siglo XX.

Hubo advertencias para cuidar el medio ambiente, pero no se tomaron en serio.

Al hablarle a mi hija sobre mi juventud, le describo los hermosos bosques, la lluvia, las flores, lo agradable que era bañarse y pescar en ríos y embalses, y la libertad de beber toda el agua que queríamos. Era una época en la que la gente gozaba de mejor salud.

Ella me pregunta: Papá, ¿por qué se acabó el agua?

Entonces, siento un nudo en la garganta

No puedo evitar sentirme culpable, ya que pertenezco a la generación que terminó de destruir el medio ambiente o no tomamos en serio las advertencias.

Nuestros hijos están pagando un precio muy alto y sinceramente creo que la vida en la Tierra pronto será insostenible, debido a la destrucción irreversible del medio ambiente.

Deseo poder volver en el tiempo y hacer que la humanidad comprendiera esta realidad cuando todavía podíamos hacer algo para salvar nuestro planeta.

Extraído de la revista «Crónica de los Tiempos», abril de 2002

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