Nostradamus fue un gran médico, mucho más eficaz que sus colegas de época, y un gran farmacéutico, pero le acabó resultando más rentable meterse a adivino que curar enfermos.
El 2 de julio de 1566 murió Michel de Notredame, Nostradamus
Cuando se supo que la reina francesa Catalina de Medici le consultaba cada dos por tres, la fama que ya tenía se disparó. Un hombre del Renacimiento que supo reinventarse
Nostradamus vivió una época en la que la peste hacía estragos, y él, a pesar de no tener la cura, contaba con los métodos más eficaces para prevenirla. Sobre todo, higiene, y una dieta adecuada.
Hasta que la Inquisición le puso el ojo encima: si la peste era un castigo de Dios, quién era ese tal Michel de Notredame para intentar esquivarlo. Los médicos podían intentar aliviar a los enfermos, pero no evitar que enfermaran, porque eso era voluntad divina.
Fue entonces cuando decidió dedicarse a la astrología, una sabiduría propia de los hombres más eruditos de la época. Por aquel entonces, no existía diferencia entre Astrología y Astronomía. Hasta el siglo XVIII no empezaron a separarse una de la otra.
Genios como Galileo o Copérnico fueron astrólogos, aunque ahora hayan pasado a ser astrónomos. Pero en el siglo XVI estas dos actividades estaban unidas por magia, la religión, la medicina o las estrellas. Todo era un batiburrillo inseparable para el que se buscaban respuestas mirando al cielo.
Profecías de Nostradamus
Las profecías de Nostradamus fueron producto de su evolución profesional y de su tiempo. Guerras religiosas, intrigas políticas, hambrunas, con la peste campando por Europa…
Lo que pretendía era advertir a la gente metiendo miedo para que no siguieran por ese camino. Frenar la barbarie en la que estaba metida Europa. Este era su punto bienintencionado.
¿Cuánto de sabio y cuánto de charlatán tenía Nostradamus? ¿Cuántas de sus profecías se han cumplido?
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