Entrevista Padre Gabriele Amorth

Entrevista Padre Gabriele Amorth, InfoMistico.com

Muy mal, y no consiguieron nada. Nos habíamos inspirado en la constitución dogmática Lumen gentium, en la que la Iglesia es descrita como el «Pueblo de Dios».

En el número 28, se habla de la colaboración de los sacerdotes con los obispos, y en el número 37, se dice, con claridad, incluso refiriéndose a los laicos, que «debido al conocimiento, competencia y preeminencia que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su opinión acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia».

Esto es exactamente lo que hicimos. Pero fuimos demasiado ingenuos, al pensar que las disposiciones del Vaticano II habían llegado a las Congregaciones Romanas. En cambio, chocamos con un muro de rechazo y de escarnio.

El Secretario de la Congregación para el Culto Divino presentó un informe, a la Comisión de Cardenales, en la que decía que aquellos que lo habían contactado, eran obispos, y no los sacerdotes y exorcistas. Y respecto a nuestro humilde intento de ofrecer ayuda como expertos, añadía, textualmente:

«También se debe de notar el hecho de que un grupo de exorcistas y demonólogos, los cuales, posteriormente, crearon una Asociación internacional, estaban orquestando una campaña contra el rito»

Una acusación indecente: ¡nosotros nunca hemos orquestado una campaña! El Ritual iba dirigido a nosotros, y, sin embargo, las comisiones no habían convocado a ninguna persona competente. Por esto, era más que lógico que tratáramos de dar nuestra opinión.

Entonces, ¿quiere eso decir que el nuevo ritual es inutilizable en su lucha contra el demonio?

Sí. Querían darnos un arma sin filo. Se han eliminado las oraciones eficaces, oraciones que tenían doce siglos de existencia fueron substituidas por nuevas oraciones ineficaces. Pero, por suerte, en el último momento, nos dieron un salvavidas.

¿Cuál?

El nuevo prefecto de la congregación para el culto divino, el cardenal Jorge Medina, añadió una notificación, al ritual, en la que se especifica que los exorcistas no están obligados a usar este ritual, y que, si así lo desean, pueden pedir la autorización de sus obispos, para seguir usando el antiguo ritual.

Los obispos, a su vea, deben pedir autorización a la Congregación, la cual, como escribe el Cardenal, «la concede gustosamente».

¿La concede gustosamente?. Esa es una concesión muy rara.

¿Quiere saber de donde proviene?. De un intento del Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y del propio Cardenal Medina, para introducir, en el Ritual, un artículo -entonces era el artículo 38- por el que se autorizaba a los exorcistas a usar el Ritual anterior.

Indudablemente, era una maniobra extrema para defendernos de los grandes errores contenidos en el Ritual definitivo. Pero el intento de los dos cardenales no tuvieron éxito.

El Cardenal Medina, que había comprendido lo que estaba en riesgo, decidió darnos esta tabla de salvación, añadiendo una Notificación por separado.

¿Cómo son vistos ustedes, los exorcistas, dentro de la iglesia?

Somos muy mal tratados. Nuestros hermanos sacerdotes, a cargo de esta delicadísima tarea, son vistos como locos, como fanáticos. Por lo general, ni siquiera son tolerados por los mismos obispos que los nombraron.

¿Cuál ha sido el hecho más llamativo de esta hostilidad?

Celebramos un convenio internacional de exorcistas, cerca de Roma y pedimos que el papa nos recibiera. Para no presionarlo, y evitar añadir otra audiencia a las muchas que ya tiene, simplemente, pedimos que se nos recibiera en audiencia pública, la del miércoles en la Plaza de San Pedro.

Ni siquiera pedimos que nos nombrara en sus saludos personales. Hicimos la petición, en la manera en que lo ordenan los cánones, como recordará, perfectamente, Monseñor Paolo De Nicolo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, quien recibió de buena gana nuestra petición.

Sin embargo, el día antes de la audiencia, el propio Monseñor Nicolo nos dijo -con pena, esa es la verdad, por lo que estaba claro que la decisión no la había tomado él- que no asistiéramos a la audiencia, y que no habíamos sido admitidos.

¡Increíble: 150 exorcistas procedentes de los cinco continentes, sacerdotes nombrados por sus obispos de conformidad con las normas del derecho canónico, que exigen sacerdotes de oración, de ciencia y de buena reputación -es decir, de alguna forma, la flor y nata del clero, sacerdotes que piden participar en una audiencia pública del Papa y se les echa a patadas!

Monseñor Nicolo me dijo: «Le prometo que, inmediatamente, le enviaré una carta explicando la situación». Han pasado cinco años y, todavía, estoy esperando esa carta. Desde luego, no fue Juan Pablo II quien nos excluyó.

Pero el hecho de que a 150 sacerdotes se les prohíba participar en una audiencia pública del Papa en la Plaza de San Pedro, explica la clase de obstáculos a los que se enfrentan los exorcistas, aún dentro de su propia Iglesia, y hasta que punto, son mal vistos por un gran número de autoridades eclesiásticas.

Usted combate, diariamente, con el demonio. ¿cuál es el mayor éxito de satanás?

Que consigue hacer creer que no existe. Y casi lo ha conseguido.

Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un episcopado que han dejado de creer en el demonio, en los exorcismos, en los males extraordinarios que puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder, que nos ha dado Jesús, de expulsar a los demonios.

Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina -al contrario de la Ortodoxa y de varias denominaciones Protestantes- ha abandonado casi, completamente, el ministerio del exorcismo. Al no practicar los exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el clero ya no cree en ellos.

Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza, España y Portugal. Una carencia aterradora.

No mencionó a Francia. ¿allí la situación es diferente?

Hay un libro escrito por el más conocido exorcista francés, Isidoro Froc, titulado los exorcistas, quiénes son y qué hacen. Este libro, traducido, al italiano, a petición de la Conferencia Episcopal Francesa.

En ninguna parte del libro se dice que los exorcistas, en algunos casos, hacen exorcismos. El autor ha declarado, repetidamente, a la televisión francesa que nunca ha hecho exorcismos y que nunca los hará. De un centenar de exorcistas franceses, sólo cinco creen en el demonio y hacen exorcismos.

El resto mandan al psiquiatra a la gente que se dirige a ellos. Y los obispos son las primeras víctimas de esta situación de la Iglesia Católica, en la que la creencia en la existencia del demonio está en proceso de desaparecer.

Antes de que saliera este nuevo Ritual, el Episcopado alemán escribió una carta, al Cardenal Ratzinger, en la que afirmaba que no era necesario hacer un nuevo Ritual, porque los exorcismos ya no deben de ser practicados.

¿Son los obispos quienes tienen que nombrar a los exorcistas?

Sí. Cuando un sacerdote es nombrado obispo, se encuentra con un artículo del Código de Derecho Canónico, que le autoriza, completamente, a nombrar exorcistas. Lo mínimo que se le puede pedir a un obispo es que haya asistido, por lo menos, a un exorcismo, dado que debe tomar una decisión tan importante.

Por desgracia, esto no ocurre casi nunca. Pero si a un obispo recibe una petición seria de exorcismo -es decir, no hecha por alguien enajenado- y no actúa en consecuencia, comete pecado mortal.

Será responsable de todos los terribles sufrimientos de esa persona, que a veces duran años o toda una vida, cuando podría haberlos evitado.

¿Está diciendo que la mayor parte de los obispos de la iglesia católica están en pecado mortal?

Cuando era niño, mi viejo párroco me enseñaba que hay ocho sacramentos: el octavo es la ignorancia. El octavo sacramento salva a más gente que los otro siete juntos. Para cometer pecado mortal, debe haber una causa seria, pero también, es necesario el pleno conocimiento y el consentimiento deliberado.

Esta omisión de ayuda por parte de muchos obispos es una causa seria. Pero estos obispos son ignorantes: no hay, pues, pleno conocimiento, ni consentimiento deliberado…

¿Pero si uno no cree en la existencia de satanás, la fe sigue intacta, es decir, sigue siendo fe católica?

No. Le voy a contar una historia.

Cuando conocí al Padre Pellegrino Ernetti, un célebre exorcista, que ejerció durante cuarenta años en Venecia, le dije:

«Si pudiera hablar con el Papa, le diría que encuentro demasiados obispos que no creen en el demonio».

La tarde siguiente, el Padre Ernetti vino a decirme que aquella mañana le había recibido Juan Pablo II. «Su Santidad», le había dicho, «hay, aquí en Roma, un exorcista, el Padre Amorth, que si pudiera hablar con usted le diría que encuentra demasiados obispos que no creen en el demonio».

El Papa le respondió brevemente: «Aquel que no cree en el demonio, no cree en el Evangelio». Esta es la respuesta que dio él y que yo repito.

Explíqueme, por favor. ¿Esto significa que hay muchos obispos y sacerdotes que ya no son católicos?

Digamos que no creen en una verdad evangélica. Así que, probablemente, los acusaría de estar propagando una herejía. Pero seamos claros: alguien es formalmente hereje, si se le acusa de cometer un error, y persiste en él.

Pero, debido a la situación que existe en la Iglesia, hoy en día, nadie, jamás, acusaría a ningún obispo de no creer en el diablo, ni en las posesiones demoníacas, ni de no nombrar exorcistas porque no cree en estas cosas.

Podría mencionar un gran número de obispos y cardenales, que en cuanto fueron nombrados para una diócesis, lo primero que hicieron fue quitarles a todos los exorcistas la facultad de ejercer. O bien, obispos que afirman, abiertamente:

«Yo no creo en eso. Son cosas del pasado». ¿Por qué pasa esto?. Porque, por desgracia, ha habido una perniciosa influencia de ciertos estudiosos de la Biblia, y podría darle los nombres de mucha gente muy conocida.

Nosotros que, diariamente, estamos en contacto con el mundo del más allá, sabemos que esta influencia ha afectado muchas reformas litúrgicas.

¿Por ejemplo?

El concilio vaticano II habla pedido que se revisaran algunos textos. Esta orden fue desobedecida, ya que había un deseo de rehacerlos completamente, sin pensar que se podían empeorar las cosas, en vez de mejorarlas.

Muchos ritos se han empeorado por esa manía de querer deshacerse de todo lo pasado, para rehacerlo de nuevo, como si la Iglesia, hasta el día de hoy, lo único que hubiera hecho es engañarnos y mentirnos, y como si sólo hasta ahora, tuviera grandes genios, súper teólogos, súper estudiosos de la Biblia, súper liturgos, que saben darle a la Iglesia lo que es bueno.

Esto es una mentira: el último Concilio, simplemente, pidió que se revisaran los textos, no que se destruyeran. El Ritual Exorcista, por ejemplo, debía de ser revisado, no escrito nuevamente.

En él, había oraciones que se han usado durante doce siglos. Antes de eliminar oraciones tan antiguas, que han resultado muy eficaces, había que pensarlo con cuidado. ¡Pero no!.

Todos los exorcistas hemos utilizado las oraciones del Ritual de prueba, y nos hemos dado cuenta de que son absolutamente ineficaces. Pero también el rito del bautismo de los niños ha sido arruinado.

Fue renovado, de tal forma, que el exorcismo contra Satanás, ha sido casi eliminado. El bautismo siempre tuvo enorme importancia para la Iglesia, hasta el punto que se le llamaba exorcismo menor. Paulo VI protestó, públicamente, contra ese nuevo rito.

Encontramos esta misma degeneración del rito, en el nuevo bendicionario. He leído, minuciosamente, las 1.200 páginas del mismo. ¡Pues bien, se han eliminado, sistemáticamente, todas y cada una de las referencias al hecho que el Señor nos protege contra Satanás, y que los ángeles nos protegen de los ataques del demonio!.

Todas las oraciones para la bendición de las casas y las escuelas han sido eliminadas. Todo debe ser bendecido y protegido, pero, hoy, ya no hay ninguna protección contra el demonio. Ya no existe ninguna defensa, ni oraciones contra él.

El propio Jesús nos enseñó una oración de liberación en el Padre Nuestro: «Líbranos del Maligno. Líbranos de la persona de Satanás». Esta oración fue traducida mal, y hoy la gente ora, diciendo: «Líbranos del Mal».

Se habla de un mal general, cuyo origen, en el fondo, no se conoce. Sin embargo, el mal contra el que nuestro Señor Jesucristo nos enseño a luchar, es una persona concreta: Satanás.

Desde su posición privilegiada para observar las cosas: ¿tiene la impresión de que el satanismo se está difundiendo?

Sí, enormemente. Cuando disminuye la fe, aumenta la superstición. En el lenguaje bíblico, puedo decir que la gente está abandonando a Dios, y entregándose al ocultismo.

La terrible desaparición de la fe en toda la Europa Católica, hace que la gente se ponga en manos de hechiceros y adivinos, y así, las sectas satánicas prosperan. Se hace fuerte propaganda del culto al demonio, a las masas, mediante el rock satánico, y personajes como Marilyn Manson.

Los niños también están siendo atacados: hay revistas e historietas que enseñan la hechicería y el satanismo.

Las sesiones de espiritismo, en las que se evocan a los muertos para conseguir respuestas, están muy difundidas. Ahora se enseña a efectuar sesiones de espiritismo a través de computadoras, teléfonos, televisores, y vídeo grabadoras, pero sobre todo, con la escritura automática.

Ya ni siquiera se necesita un médium: es un espiritismo que cada quien puede hacer por sí mismo. De acuerdo con las encuestas, el 37 por ciento de los estudiantes han hecho, por lo menos una vez, el juego de las letras y el vaso, una verdadera sesión de espiritismo.

En una escuela a la que me invitaron a hablar, los chicos me dijeron que jugaban este juego durante la clase de religión, ante los ojos complacidos del maestro.

¿Y esto funciona?