Plaza de San Marcos en Venecia, Italia

Plaza de San Marcos en Venecia, Italia, InfoMistico.com

Cada año, millones de personas visitan una de las plazas más bellas y conocidas del mundo: la de San Marcos en Venecia.

Plaza de San Marcos en Venecia, Italia – Turismo Místico

Con semejante “marabunta” de turistas y con las numerosas obras de arte que asoman en cada esquina, no es de extrañar que al visitante le pasen desapercibidos algunos detalles artísticos sorprendentes que se encuentran a simple vista, y que están relacionados con la astrología y la astronomía.

La primera de estas “claves celestes” es bastante evidente, y la encontramos sobre una de las entradas a la plaza. Se trata de la célebre torre dell’orologio o torre del reloj, un edificio construido en los últimos años del siglo XV para sustituir a un antiguo reloj bastante deteriorado.

Se cree —aunque no existen evidencias documentales para probarlo—, que el diseño del nuevo edificio corrió a cargo del arquitecto Mauro Codussi, mientras que la creación del mecanismo del reloj se encomendó a Gian Paolo y Gian Carlo Ranieri, padre e hijo.

El reloj se encuentra justo sobre el arco que comunica con la calle de la Mercerie dell’orologio, y basta un simple vistazo para detectar, en la segunda “sección” del mismo, la presencia de los doce signos del zodiaco realizados en bronce dorado, sobre un fondo azul oscuro que representa el firmamento nocturno.

La sección en la que se encuentran estos signos no está estática, sino que se desplaza lentamente para mostrar en qué signo del zodiaco se encuentra el Sol en cada momento.

En el centro del círculo interior vemos una esfera que representa a la Tierra, mientras un poco más hacia el borde encontramos otra que simboliza a la Luna, y que va girando para mostrar en qué fase se encuentra.

La torre dell’orologio y su vistoso reloj

Son más que evidentes, y de hecho constituyen uno de los elementos más fotografiados de la plaza de San Marcos. La segunda “clave celeste”, sin embargo, suele pasar mucho más desapercibida.

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Puerta central de Basílica de San Marcos en Venecia

Para encontrarla tenemos que desplazarnos hasta la fachada principal de la basílica de San Marcos, y más concretamente hasta la puerta central de las cinco con las que se abre el templo a la plaza.

Allí, en el intradós del arco que se encuentra justo bajo el mosaico con Cristo sosteniendo la cruz, encontramos una bellísima representación esculpida de los trabajos del año.

Esta iconografía fue habitual en multitud de templos medievales —especialmente en el románico—, y en ella se identificaban los distintos meses del año con distintos trabajos de los campesinos.

En algunas ocasiones —como sucede en este ejemplo de San Marcos—, estas imágenes de los meses trabajos iban acompañadas también de los signos del zodiaco que les correspondían según la época del año.

Signos zodiacales ordenados

Así, comenzando desde el lado izquierdo del arco encontramos los signos zodiacales ordenados de este modo: Acuario, Piscis, Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario y Capricornio.

Estas representaciones de meses-trabajos-zodiaco no solo mostraba a los fieles la idea de que la vida humana y su transcurso estaba vinculada al trabajo, sino que la presencia habitual de Cristo en esta iconografía le identificaba como creador y controlador del tiempo, el llamado ‘Cristo Cronocrator’.

La tercera “clave celeste” —en este caso por partida doble—, la encontramos en otro de los edificios emblemáticos de la Piazza, el espectacular Palazzo Ducale. Allí, en el bellísimo pórtico de la parte baja, descubriremos —si miramos con atención—, dos llamativos capiteles decorados con signos de carácter astrológico.

El primero de estos capiteles —uno de los más hermosos de todo el palacio—, se encuentra en el vértice del edificio más próximo al agua, justo bajo la representación de Adán y Eva.

Si comenzamos la “lectura” de las imágenes a partir del lado que muestra a Dios creando a Adán, y seguimos en el sentido de las agujas del reloj, descubriremos la representación de los planetas (personificados) en compañía de los signos zodiacales, además de un lema en latín.

El orden es el siguiente

Luna (con Cáncer), Mercurio (con Virgo y Géminis), Venus (con Tauro y Libra), Sol (con Leo), Marte (con Aries y Escorpio), Júpiter (con Piscis y Sagitario) y Saturno (con Capricornio y Acuario).

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La Luna y el signo de Cáncer

Aunque autores como Ruskin valoraron la posibilidad de que esta representación estuviera rememorando la fecha de colocación de la primera piedra del palacio —algo habitual en otros casos—, lo cierto es que la “lectura” astrológica es mucho más sencilla.

La sucesión de planetas se corresponde a la perfección con el orden de las esferas ptolemaicas, mientras que la presencia de los signos zodiacales se explica porque en astrología a cada planeta le corresponden dos signos del zodiaco (excepto al Sol y la Luna, que tienen solo uno), lo que se conoce como “casas” o “domicilios”.

El segundo capitel con sentido astrológico —el número 15, si comenzamos a contar desde la llamada Porta della Carta—, es una alusión mucho más directa a la influencia de los astros sobre la vida humana, y más concretamente de los siete planetas de las esferas ptolemaicas respecto a cada etapa de la vida del Hombre.

Así, vemos la vida de un hombre desde la infancia hasta la vejez, comenzando con un niño pequeño al que la Luna “gobierna” por espacio de cuatro años. Mercurio domina diez años en la infancia, Marte en la edad adulta, y así hasta llegar la senectud, dominada por Saturno.

Curiosamente, los lemas en latín que acompañan a cada representación están extraídos del Tetrabiblos de Ptolomeo, el tratado astronómico-astrológico más importante durante siglos.

Estos dos capiteles “celestes”, al igual que el resto de los que decoran este hermoso pórtico del Palazzo —atribuidos todos al arquitecto Filippo Calendario y su taller—, constituyen una auténtica enciclopedia en piedra.

Una síntesis magistral del conocimiento y las creencias de aquella época que, gracias al arte, ha llegado hasta nuestros días.

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