El Pescador: Buscando Felicidad Donde Ya Está

El Pescador: Buscando Felicidad Donde Ya Está, InfoMistico.com

En un tranquilo puerto de un encantador pueblo caribeño, un banquero de Wall Street observaba desde el muelle. Vio acercarse una embarcación modesta, con un solo hombre a bordo y una pequeña captura de atunes de un amarillo brillante y vivaz.

La Encrucijada entre Riqueza y Placer Simple: Un Banquero se Encuentra con un Pescador

Impresionado, el banquero no pudo resistir y comentó: «Esos son atunes impresionantes. ¿Cuánto tiempo te llevó conseguirlos?»

Con una sonrisa serena, el pescador contestó: «No mucho, en realidad.»

Intrigado, el banquero indagó: «Si eso te llevó tan poco tiempo, ¿por qué no te quedas más tiempo en el mar y pescas más?»

El pescador miró su captura y luego al banquero, «Es suficiente para cuidar a mi familia por el día.»

«No entiendo», replicó el banquero, «¿Qué haces con tu tiempo libre?»

Con una mirada tranquila y sosegada, el pescador respondió: «Me levanto cuando el sol calienta, pesco un poco, juego con mis hijos en la playa, descanso bajo la palma con mi amada María, y por la noche, voy al centro del pueblo a disfrutar de la música y del vino con mis amigos. Mi vida está llena de sencillos placeres.»

El banquero, con un aire de superioridad, dijo: «Tengo un máster de Harvard. Podría ofrecerte un consejo. Si pescas más tiempo, podrías comprar un barco más grande. Y con las ganancias de ese barco, podrías adquirir una flota entera. En lugar de vender a intermediarios, podrías tratar directamente con los distribuidores, incluso abrir tu propia distribuidora. Deberías trasladarte a la capital y dirigir tu creciente imperio desde allí.»

El pescador, un tanto desconcertado, preguntó: «¿Y cuánto tiempo me llevaría todo eso?»

El banquero reflexionó un poco y respondió: «Oh, entre 15 a 20 años, aproximadamente.»

El pescador, cada vez más confuso, continuó: «¿Y después qué?»

Con un brillo en los ojos, el banquero exclamó: «Ah, esa es la mejor parte. Luego podrías hacer una oferta pública, vender acciones de tu empresa y hacerte millonario.»

«¿Millonario?», se maravilló el pescador, «¿Y qué haría después?»

El banquero sonrió ampliamente: «Luego, podrías retirarte a un pequeño pueblo costero. Podrías dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, relajarte con tu mujer y disfrutar de las noches en el pueblo con música y vino.»

El pescador lo miró, sonrió y dijo: «Pero señor, eso es exactamente lo que ya hago.»

Reflexión

A menudo buscamos en el horizonte lo que ya poseemos a nuestro lado. La auténtica felicidad no se encuentra en lo que deseamos, sino en apreciar lo que ya tenemos. No oscurezcas tus días anhelando lo inalcanzable, cuando las estrellas ya brillan en tu noche. Recuerda que la felicidad no es un destino, sino el viaje mismo.

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